Tina Fey y Amy Poehler volvieron a brillar en los Globos Oro. Por segundo año consecutivo, las populares comediantas fueron lo máximo como anfitrionas de la ceremonia.
Fey explicó su regreso apuntando: «Esto es Hollywood, y si algo medio funciona lo siguen haciendo hasta que todo el mundo lo odia«.
No a este par de actrices, que de nuevo presidieron con descaro natural y chistes que dieron siempre en el blanco. Durante su rutina de apertura, la ocurrencia de Fey sobre George Clooney y su inclinación por las mujeres más jóvenes fue el chiste recibido con la mejor carcajada en la historia reciente de los premios.
Fey describió «Gravedad» de Alfonso Cuarón como «una película en la que George Clooney prefiere flotar a la deriva en el espacio y morir antes que pasar un segundo más con una mujer de su misma edad«, en referencia a la estrella de la película, Sandra Bullock.
Mientras Poehler y Fey fijaron el perfecto tono irreverente para los Globos y su tradición fiestera, la emisión de tres horas en vivo desde Beverly Hills, California, se destacó por la buena conducta.
Emma Thompson hizo alarde de la reputación alcoholizada de los Globos al subir al escenario descalza para presentar el premio al mejor guion en un estilo no muy clásico de los Emmy ni los Oscar, con sus tacones de Christian Louboutin en una mano y un martini en la otra.
«Sólo quiero que sepan, esto es rojo«, declaró mostrando las emblemáticas suelas rojas de la marca antes de guindarse los zapatos sobre un hombro. «Es mi sangre«, agregó.
Pero su acto fue claramente pura diversión.
Unas pocas palabras inapropiadas brotaron. Al aceptar su premio a la mejor actriz en una miniserie por su trabajo en «Top of the Lake«, a Elisabeth Moss se le escapó una que fue eficientemente tapada con un pip.
Pero quien quiera que haya estado manejando el botón calculó mal cuando le llegó el turno a Jacqueline Bisset.
Al recibir su trofeo a la mejor actriz de reparto por la miniserie «Dancing on the Edge«, Bisset, claramente sorprendida, pronunció un largo y disperso discurso que llevó a los productores a tocar la música con la que se anuncia su salida del podio.
Aún hablando decidida, Bisset dijo una mala palabra que comenzó con, «Y a la gente que me ha dado… «.
Curiosamente, los telespectadores no escucharon esa primera parte de su declaración. Sonó el bip. Pero lo que sí escucharon claro y raspado fue las palabras prohibidas al final.
Otro fallo técnico menor se presentó más tarde, cuando Jonah Hill y Margot Robbie subieron a presentar un premio.
«No voy a mentirles«, dijo Hill sonriéndole a la cámara. «En este momento, tienen lo que no es en el TelePrompTer«.
En un segundo, Robbie recibió una hoja de papel para que ambos leyeran su parte.
En términos generales, el programa fue divertido, rápido y refrescantemente despejado del desperdicio usual en las ceremonias de premios.
Con todo respeto, Woody Allen (que como se esperaba no asistió) fue homenajeado por Diane Keaton, quien aceptó en su nombre el premio Cecil B. DeMille a la trayectoria. Keaton pronunció un miniseminario sobre la grandeza de la carrera cinematográfica de Allen, en especial su habilidad para crear personajes femeninos.
Entonces terminó su agasajo con un estilo poco convencional, saludando a quien ha sido su amigo por 45 años con una conocida canción de niños que dice así: «Un círculo es redondo, no tiene fin. Igualmente, nuestra amistad no tendrá fin«.
Un chiste destacado de la velada fue el del «Sr. Globos de Oro«, presentado por Fey como su «hijo adulto de una relación previa» pero que terminó siendo Poehler disfrazada de un chico mimado que se quejó, «¡Esto es estúpido! ¡Odio estar aquí!«.
«No me hables así», le respondió Fey. «¿Quieres irte a vivir con tu papá?».
«No puedo», dijo el muy grosero. «¡No me dices quién es!»
«Bueno, está aquí esta noche», dijo Fey. «Así que búscalo».
Con anfitrionas como éstas, es difícil no estar deseoso de ver los Globos de Oro el año entrante, cuando volverán por tercera ocasión.
AP
