El cineasta ganador de un Oscar Kevin Macdonald apostó por el suspense bajo el mar como motor de su nueva película, «Black Sea«, una trama que encontró inspiración en el trágico accidente del submarino nuclear ruso Kursk en 2000 y que se estrenará en EE.UU. este viernes.
«Black Sea» se aleja, no obstante, de los hechos reales para narrar la misión imposible de un grupo de marineros británicos y rusos desahuciados por la sociedad que se juegan su vida por rescatar del fondo del mar Negro el oro que transportaba un submarino nazi extraviado en la Segunda Guerra Mundial.
El resentimiento, la venganza, la desesperación, la ambición y la traición terminarán por envenenar un viaje que Macdonald aprovechó para exponer miserias que afectan al «presente clima social», según contó en una entrevista con Efe.
«Hay un argumento político de fondo en el filme«, comentó el realizador, que se ha hecho un nombre en la industria gracias a sus trabajos documentales como la odisea de alta montaña «Touching the Void» (2003) y su cinta galardonada con una estatuilla «One Day in September (1999).
Macdonald fue también el encargado de llevar a la pantalla «The Last King of Scotland» sobre el dictador ugandés Idi Amin y el episodio histórico de la desaparición de la novena legión romana («The Eagle»), si bien su «thriller» más notable hasta la fecha ha sido la producción de ficción «State of Play«, con Russell Crowe.
«Black Sea tiene relación con mis trabajos anteriores porque trata sobre el poder de la naturaleza y el instinto de supervivencia«, explicó el director escocés que encontró fascinante la capacidad de generar tensión que ofrece el contexto de un submarino, que comparó con una película del espacio.
«Si algo va mal en la nave, estás muerto«, indicó Macdonald, que mencionó cintas como «Run Silent Run Deep» (1958) y «Das Boot» (1981) como sus referentes aunque matizó que el vehículo solo es el factor condicionante en su trama de personajes.
En ese sentido, «Black Sea» recuerda títulos como «The Treasure of the Sierra Madre» (1948), «The Wages of Fear» (1953), y «The Dirty Dozen» (1967) en los que un grupo de antihéroes con nada que perder se embarcan en una aventura con escasas perspectivas de éxito.
Jude Law («Sherlock Holmes») protagoniza la película, en la que interpreta a un piloto de submarino cuya familia le ha dado la espalda y que ha entregado su vida a una compañía que termina por ponerle en la calle.
Fracasado y cabreado, y en vista de su futuro incierto, no duda en aceptar capitanear la caza del tesoro sumergido que también busca su antigua empresa cuando la oportunidad se le presenta. Un golpe que puede cambiar su suerte para siempre.
«El filme muestra dos formas diferentes de entender al ser humano. Una es la que representa Jude (Law), un tipo que quiere vengarse del sistema, de los bancos, de la gente que controla el mundo, que siente que le han tratado injustamente, pero que en el fondo es un optimista y cree en las personas, que gente muy diferente puede trabajar junta«, explicó Macdonald.
El otro punto de vista está encarnado por el personaje que hace Scoot McNairy («Argo»), un abogado que defiende los intereses del mecenas que financia el viaje y que es obligado a acompañar a los conflictivos marineros en su misión.
«Tiene una visión más cínica, cree que el individuo es lo más importante y que tienes que hacer aquello que es bueno para ti. Si compartes, la gente siempre querrá más, estará resentida porque otro obtenga más que tú y eso conducirá a la destrucción (mutua)«, relató Macdonald.
«Creo que es interesante el diálogo que plantea la película«, afirmó el cineasta, que invitó a los espectadores a hacer su propia lectura de cuál de las dos posiciones termina llevándose el gato al agua al final del filme.
EFE