El iraní Abbas Kiarostami es uno de los cineastas más respetados y desde su veteranía -tiene 74 años- es generoso con su experiencia y conocimientos, que le gusta transmitir a las nuevas generaciones, porque «las huellas dactilares de los cineastas se van desdibujando cada vez más«.
Kiarostami, que presentó hoy en Barcelona (noreste de España) un taller cinematográfico en el que 50 estudiantes desarrollarán durante 10 días un cortometraje bajo sus consejos, respondió con un enigmático «depende» al ser preguntado si considera el cine como un arte, para puntualizar a continuación: «Era un arte«.
Autor de películas como «El sabor de las cerezas» (Palma de Oro del Festival de Cannes en 1997) o «Copia certificada» (2010), el cineasta considera que «en las películas actuales se impone el mercado y se ha perdido la vinculación del cine con la realidad, se hace un cine que expresa emociones falsas en distintas dimensiones».
Para apoyar su opinión, recordó las palabras que un gran cineasta norteamericano le dijo hace un tiempo, en el sentido de que «las obras que hacía no respondían a su propio gusto, porque alguien le escribía el guión, otros seleccionaban el cásting, la fotografía la hacían otros, por lo que al final el director es un mero supervisor, y el resultado es fruto del capital inversor«.
En Hollywood, añade Kiarostami, «se hacen películas para colmar el gusto de la generación de 16 años, y las butacas ya están compradas antes de hacer las propias películas».
«Cómo podemos llamar arte a esta clase de cine que solo piensa en los jóvenes de 16 años?», se pregunta el realizador iraní, quien revela que incluso en su país «rige la misma fórmula del cine de Hollywood«.
Abbas Kiarostami se muestra de acuerdo con la definición de que «el cine es básicamente una industria que de vez en cuando produce una obra de arte».
En la actualidad trabaja en el proyecto de un nuevo largometraje, que rodará en China en lengua china y con actores chinos, después de la buena experiencia que tuvo en su anterior rodaje en Japón con «Like someone in love» (2012).
«Trabajar con otra lengua es una experiencia que demuestra que habitualmente nos ponemos más barreras de las que existen, pues somos muy parecidos: el material común es una geografía universal y todos somos seres humanos», declara el director, con películas rodadas en farsi, francés o japonés.
Bajo el título «Filmando en Barcelona con Abbas Kiarostami«, el cineasta impartirá un taller de cine del 27 de febrero al 10 de marzo y durante esos diez días Kiarostami asesorará a cincuenta estudiantes audiovisuales en la realización de otros tantos cortometrajes.
Cada obra será realizada bajo la asesoría del director iraní, quién guiará individualmente todas las etapas de creación de cada alumno hasta llegar a la obra final: desde la idea original, el tratamiento visual o la construcción narrativa del montaje, hasta el producto final.
Kiarostami guiará el ritmo del taller y decidirá el tema a tratar en los cortometrajes, así como los tiempos de grabación y las localizaciones en las que se desarrollarán los proyectos de rodaje.
Además del taller, Black Factory Cinema ha programado diversas actividades paralelas, como una amplia retrospectiva en la Filmoteca de Cataluña, que incluye 22 proyecciones de 11 de sus principales películas, así como una clase magistral en el Instituto Francés.
Entre los filmes que se exhibirán en la Filmoteca figuran «Dónde está la casa de mi amigo?» (1987), «A través de los olivos» (1994), Espiga de Oro de la Seminci de 1994, o «El viento nos llevará«, premio del jurado en Venecia en 1999.
El cineasta confesó que su encuentro con los alumnos le retrotrae a su época de estudiante de cine, cuando disfrutaba haciendo cortometrajes, que para él «no es sólo un peldaño previo al largometraje, sino que es un género con su propia personalidad, es una obra perfecta y completa«.
De hecho, en los últimos años hace cortos de unos 5 minutos en Teherán, que quizá algún día junte para hacer una obra de mayor metraje.
Otra ventaja que tienen los cortos, agrega, es que «no están sujetos a la dictadura de la producción ni del gusto del espectador, sino que son obras más artísticas en las que el cineasta plasma su personalidad«.
Como espectador, Kiarostami ve poco cine, pero se interesa fundamentalmente por películas que le dan información que antes no tenía, en las que se pueda ver reflejado. «O las que evocan el mundo actual». EFE