Cuando comenzaron a trabajar juntos, el director de «Noé» Darren Aronofsky le hizo una promesa al actor Russell Crowe: «Jamás te filmaré en bata y sandalias en una casa flotante con dos jirafas atrás».
Décadas después de «Los diez mandamientos» de Cecil B. DeMille, Aronofsky ha renovado la tradición de la épica bíblica hecha por los estudios para las masas, aunque como una parábola sin duda más oscura, sin pecado, justicia ni piedad. Mientras en general su «Noé» se apega a la Sagrada Escritura, no tiene nada que ver con los libros de dibujos que muchos leen cuando niños.
«La primera vez que lo leí, me dio miedo», dice el director. «Pensé, ‘¿Y si no soy lo suficientemente bueno como para subir al arca?’».
Es un proyecto completamente improbable: un filme de estudio de 130 millones de dólares basado en la Biblia, hecho por un cineasta ampliamente respetado (»El cisne negro», «Réquiem para un sueño») que pocos habrían etiquetado como un DeMille moderno. En vísperas de su estreno del 28 de marzo, «Noé» ha pasado por un aluvión de controversia: algunos conservadores religiosos alegan que no es lo suficientemente literal para el Viejo Testamento y que Noé es representado erróneamente, como Aronofsky lo ha llamado, como «el primer ambientalista».
«Noé» es una culminación de los cambios que generó «La pasión de Cristo» de Mel Gibson, una película de producción independiente que despertó a Hollywood con su inesperada recaudación de 612 millones de dólares en 2004. Desde entonces, Hollywood ha desarrollado cuidadosamente vínculos con comunidades religiosas; Sony y 20th Century Fox incluso han creado estudios dirigidos al público evangélico.
Pero el debate sobre «Noé» demuestra que puede ser complicado satisfacer a creyentes y no creyentes, y que encontrar la intersección apropiada de arte, comercio y religión es una tarea cargada de riesgos tan grandes como sus posibles recompensas.
Es mucho lo que está en juego y no sólo para «Noé» y la distribuidora Paramount Pictures. En diciembre, Fox lanzará «Exodus» de Ridley Scott, con Christian Bale como Moisés.
Pisándole los talones a la recién estrenada «Son of God» («Hijo de Dios»), el drama religioso «Dios no está muerto» debutó el viernes y Sony está lanzando la no tan directamente bíblica «Heaven Is for Real» para los días de Pascua en abril. El estudio también le está dando un giro vampírico a Caín y Abel con Will Smith. Lionsgate tiene prevista una película sobre María Magdalena, promocionada como una historia que transcurre previo a «La pasión de Cristo», coproducida por el famoso pastor Joel Osteen.
Cuando Jonathan Boch creó su compañía Grace Hill Media en el 2000 para asesorar a estudios de Hollywood sobre cómo acercarse a las comunidades religiosas, ambos «en realidad no se conocían», dice. Desde entonces, películas como «Las crónicas de Narnia» y «Un sueño posible» se han beneficiado de la participación de los feligreses.
«En el curso de estos 15 años, hemos visto a la comunidad religiosa pasar de un estatus casi de paria al de un importante mercado», dice Boch, quien fue asesor para «Noé». «Para mí, lo que estamos viendo es otro renacimiento donde los grandes artistas están contando las más grandes historias jamás contadas».
Aunque Hollywood se dejó de épicas bíblicas tras el fracaso de «La historia más grande jamás contada» de 1965, el renacimiento encaja con las tendencias del momento. Figuras como Noé son reconocidas mundialmente, y por ende son más fáciles de mercadear. No hay que pagar ninguna licencia por ellas y suelen ser grandes oportunidades en términos de efectos especiales. «Noé», que en el extranjero se estrena en 3D convertido, es quizás el cuento apocalíptico más antiguo.
La historia fascinó a Aronofsky como un niño judío que creció en Brooklyn. Recuerda un poema que escribió sobre el cuento cuando tenía 13 años _ y el subsiguiente elogio de un profesor _ como su nacimiento como narrador. Si «La pasión de Cristo» fue ampliamente hecha por cristianos para cristianos, Aronofsky dice que su «Noé» es «para todo el mundo».
«Está mal hablar de la historia de Noé de modo que es para creyentes o no creyentes porque creo que es una de las historias más antiguas de la humanidad», expresó. «No sólo le pertenece a la tradición judeo-cristiana-islámica. Todo el mundo en el planeta conoce la historia de Noé».
El relato en el Génesis tiene apenas unas páginas y ofrece más detalles sobre las dimensiones del arca que sobre quién era Noé. A éste le instruye Dios _ «apenado» en su corazón al ver en lo que se ha convertido la humanidad generaciones después de la creación _ que construya un arca y la llene con una pareja de cada animal. Tras el diluvio, se refiere a Noé como un alcohólico y entonces desaparece a su hijo Cam; todas pistas para Aronofsky sobre el dolor que habría agobiado a Noé.
Paramount buscó la aprobación de líderes religiosos, consultó con eruditas bíblicos en preproducción e hizo extensas pruebas en pantalla (durante las cuales Aronofsky y Paramount pelearon sobre la edición final antes de llegar a una aparente tregua).
Pero las primeras críticas aparecieron en internet basadas en lo que el vicepresidente de Paramount Rob Moore dice que es una versión vieja del guion, que Aronofsky escribió con Ari Handel.
«Ha sido un viaje muy interesante», dice Moore. «Ha sido ampliamente documentado en el trayecto, lo que en gran parte se basó ya sea en conjeturas o rumores o información vieja».
Tras ver la película, Jerry A. Johnson, presidente y director ejecutivo de la National Religious Broadcasters, exhortó a Paramount a promocionar el filme con un descargo de responsabilidad. Moore accedió y agregó la aclaratoria de que «se ha tomado una licencia artística».
«Darren, como artista, tuvo sus reservas en cuanto a lo que eso significaba en términos de lo que estábamos diciendo que la película era o no era antes de tiempo, en lugar de dejar al público que juzgue por sí mismo», dijo Moore. «Pero había cierto grupo de personas que estaban preocupadas al respecto». «Para la gran mayoría de la gente, la controversia se irá», agregó.
Johnson todavía tiene sentimientos encontrados sobre «Noé», que calificó como «un gran más, menos»: ni merecedora del boicot que los católicos le hicieron a «La última tentación de Cirsto» de Martin Scorsese, ni una cinta como «La pasión de Cristo» que llevará a las iglesias a enviar autobuses repletos de gente a las salas de cine.
«Acertaron con los grandes puntos de la historia», dijo Johnson. «Es tan contra corriente hablar hoy en Estados Unidos o el Oriente de pecado, del bien y del mal y particularmente de la idea del juicio. Y eso es algo muy serio en esta cinta».
Johnson agrega que, entre otras reservas, «la inserción de la agenda extremista medioambiental es un problema». Esto es algo que Aronofsky refuta.
«Está en la Biblia que debemos cuidar el jardín», dice el director. «Decir que la historia de Noé no tiene un lado ecológico cuando Noé está salvando animales no tiene sentido para mí».
El fundador de Picturehouse Bob Berney, quien como presidente de Newmarket Films distribuyó «La pasión de Cristo», dice que lograr un equilibrio entre la licencia artística y la lealtad a la Sagrada Escritura es un reto.
«Es como una trampa y uno debe ser muy cuidadoso», dice Berney. «Al mismo tiempo, son películas, y tienen que ser realmente buenas. Creo que el público religioso, el público cristiano, todavía quiere ver una película grandiosa y emocionante».
Toda la conversación, tanto negativa como positiva, hará que el público se interese en «Noé», que Moore dice tendrá más éxito a nivel internacional aun cuando muchos países islámicos donde es tabú representar a un profeta ya la prohibieron. Él y Aronofsky creen que tienen de su lado un rico historial de ambición artística.
«Es raro que la conversación por un momento se haya tornado en una controversia sobre literalidad», dice Aronofsky. «¿Qué es literalidad a la hora de interpretar y hacer una representación artística del texto? ¿Es el David de Miguel Ángel una interpretación literal de cómo lucía David?».
AP