Algunas de sus películas han sido grandes éxitos y otras han recibido duras críticas pero David Fincher nunca se ha planteado dedicarse a algo que no sea el cine. «Lo amas, es duro, te traiciona y te quita cualquier momento, pero de vez en cuando encuentras algo nuevo y piensas que es interesante«.
Con películas en su haber como «El club de la pelea», «Red social» o «Seven», David Fincher sigue buscando ese algo especial que haga que todo y todos encajen, que al leer un guión sepa que es el adecuado. «En el que está todo tan claro que te permite poner a 90 personas en la misma habitación» a trabajar en un proyecto, explica en una entrevista con Efe.
Ese algo lo ha encontrado de nuevo en «Perdida«, una película basada en el libro del mismo título de Gillian Flynn, encargada además de realizar la adaptación al cine de una historia protagonizada por Ben Affleck y Rosamund Pike y que en su primera semana de exhibición ha recaudado 65 millones de dólares.
Una película en la que, como siempre en los proyectos del realizador, todo está supeditado a la historia.
Lo más importante, asegura convencido, «es siempre la historia, todo es secundario a la historia«, los actores, las localizaciones o incluso el director.
Por que el cine es «un deporte totalmente de equipo, independientemente del increíble reparto que tengas, tienes que tener a todo el equipo, no puedes hacer una película en función de la disponibilidad de alguien en concreto«.
Y por eso se niega a trabajar con gente que no tenga esa filosofía.
«Es difícil trabajar con actores, con cámaras, con cualquiera que cree que lo que ellos hacen es más importante que lo que hacen los demás. Cuando alguien, en un momento dado, me dice que su parte es más importante, inmediatamente lo alejo de mí«, afirma.
En una película, todos tienen que estar en consonancia para poder capturar un momento que es a la vez frágil y falso.
«El ejercicio último es lograr un todo unificado«, resalta Fincher, un perfeccionista que decidió cuando apenas tenía 14 años que el cine sería su vida, pese a que reconoce que hacer una película es un proceso «horrible» y «agotador».
Pero tiene su recompensa cuando aparecen historias nuevas y cautivadoras, como la de «Perdida», la de dos personas que viven una relación compleja en la que los dos han proyectado en el otro la visión ideal de sí mismos.
«Y simplemente llegan a un momento en el que piensan: estoy agotado de pretender ser una persona que no soy».
Un punto de partida que le ha permitido construir un «thriller» intenso pero pausado, en el que todo se apoya en la química de la pareja protagonista.
Sobre la elección de Ben Affleck recuerda: «Sabía que necesitaba a un tipo realmente encantador, pero que trata de solventar sus problemas sonriendo probablemente un poco demasiado, y creí que Ben podía verse reflejado ahí«.
Y frente a él necesitaba «a una preciosa mujer que hubiera creado una imagen de sí misma, y también que fuera una hija única, algo que es muy específico».
Pike tenía ese matiz, algo «que no se puede falsear». Además de muchas otras pequeñas cosas que la hacen perfecta para el papel de Amy, como el hecho de ser «guay, pero no demasiado, no podía tener el aspecto de Cameron Díaz«.
«Necesitaba a alguien que tuviera una forma especial de respirar, necesitaba ser alta porque Ben es gigantesco, mide 1.93, necesitaba una serie de elementos físicos y emocionales y luego unos elementos de interpretación. Es como añadir cosas a una ensalada, hasta que es perfecta».
Dos actores que llevan todo el peso de una historia en la que la mujer desaparece y todo apunta a un crimen pasional cometido por el marido. Pero nada es lo que parece en «Perdida», una película que repite la estructura de la novela, mezclando presente, pasado y una vida paralela que nunca existió.
Un filme al que David Fincher dota de su propia voz, algo que aprendió muy pronto, cuando realizaba videos musicales de artistas como Madonna, Aerosmith o Sting.
El hecho de haber desarrollado parte de su carrera en la realización de vídeos musicales le hizo aprender a escuchar al protagonista.
«No puedes hacer con Beyonce el mismo video que harías con Bruce Springsteen, son dos energías muy diferentes que ocupan diferentes necesidades para la audiencia«.
Ese aprendizaje, resalta, te lleva a «aprender a supeditar tu propio ego y lo que quieres lograr cinematográfica a lo que tienes en frente».
Algo que ha aplicado en todos sus trabajos, desde «Zodiac» a «El curioso caso de Benjamin Button» o «La Chica Del Dragón Tatuado», o en «House of Cards», la serie de televisión de la que dirigió sus dos primeros capítulos.
Por el momento no trabaja en la segunda parte de la trilogía Millenium aunque le gustaría y no tiene ningún proyecto en marcha, pero espera que cuaje una serie de diez horas para HBO para el año próximo.
EFE