Con una amplia sonrisa y ganas de bromear, Denzel Washington se mostró hoy satisfecho con su trayectoria profesional porque todo lo que ha hecho le ha «traído a San Sebastián«, por lo que no lamenta ni se arrepiente de nada, aunque todavía no está seguro de si ha llegado el papel de su vida.
La indiscutible estrella de la 62 edición del Festival de Cine de San Sebastián compareció en una multitudinaria rueda de prensa horas antes de recibir el Premio Donostia, junto con Antoine Fuqua, el director de «El justiciero» (The Equalizer), la película que abre hoy, fuera de concurso, el Zinemaldia.
«Quizá soy un tipo del pueblo, normal, con un trabajo extraordinario«, dijo el protagonista de «El justiciero», quien pasó pasado un largo rato firmando autógrafos a las puertas del Hotel María Cristina, tras su llegada a San Sebastián. «Él es así siempre, no es un tipo corriente«, subrayó Fuqua.
Denzel Washington, que se alegró de ser el primer artista negro que recibe el Premio Donostia, aseguró que «no supone ninguna carga» ser considerado un símbolo de la comunidad afroamericana sino que, por el contrario, le encanta que los jóvenes vean en él un referente.
Sin embargo, a la hora de dar consejos a las nuevas generaciones de actores, incluidos sus propios hijos, apuesta por iniciarse en el teatro, «estudiar prepararse y volver a estudiar«.
En una muestra de respeto hacia Sidney Poitier, el artista con el que se le ha comparado desde el inicio su carrera, Washington zanjó: «solo hay un Poitier, es mi amigo y nunca podré ser Poitier«.
Con medio centenar de títulos en su filmografía, Denzel Washington asegura que no sabe si ha colmado ya su deseo de interpretar el papel de su vida, no sabe si ya lo ha hecho «o está por llegar«, aunque ha mostrado que no es una cuestión que le preocupe.
También se rio ante la posibilidad de que pueda representar al presidente estadounidense, Barak Obama. «Yo no estoy pensando en eso y él está muy ocupado«, dijo sonriendo, pero sí adelantó que prepara un proyecto de televisión del que no dio detalles.
Más serio se mostró cuando le preguntaron si esta noche bebería vodka, whisky o ron, al lo que el actor respondió con un lacónico «agua» en castellano, un idioma que reconoció que desconoce y en el que se limitó a decir algunas palabras como «lo siento«, «gracias» y «buenas tardes«.
De hecho, el actor, que cumplirá 60 años en diciembre, lució un inmejorable aspecto, con una camiseta y una americana negras, por lo que parece que su estancia en una clínica estadounidense para recuperar la forma ha surtido su efecto.
Ante las numerosas cuestiones que se le plantearon no cesó de bromear con algunos periodistas a los que aseguró que son todavía «muy jóvenes» para alcanzar a calificarle como el mejor actor.
De su personaje en «El justiciero», el agente retirado de la CIA que toma la decisión de volver a utilizar los métodos que prometió no volver a emplear, Washington dijo que «todos tenemos la obligación de ayudar a los demás«, pero él nunca llegaría a los extremos de la película porque cree en la Justicia.
Justificó a los espectadores que aplauden los pasajes más violentos porque «están convencidos de que así se pueden arreglar las cosas» y ha defendido que las escenas de violencia evitan ser explícitas.
«Durante la primera media hora el protagonista tiene buen corazón; él recomienda a su amiga de 15 años que sea lo que tiene que ser, pero él no lo hace consigo mismo (…) Ella sabe del dolor que él tiene dentro y él que tiene 50 años no lo ve«.
El guión de «El justiciero» pasó también por la criba del propio actor, que vio en su personaje síntomas de un transtorno obsesivo compulsivo. «Su forma de mirar el reloj, de comer a las 2 de la madrugada, o de abrir y cerrar puertas, de ejecutar una acción» evidencian ese diagnóstico.
EFE