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Fiebre del Oscar pone a cinéfilos a ver una cinta tras otra


Una fiebre se propaga por Estados Unidos. Es la fiebre de los Oscar, con un periodo de incubación razonablemente corto pero síntomas que convierten a cinéfilos racionales en maníacos excesivos… en el buen sentido.

Entre el 15 de enero, cuando se anunciaron los nominados a los Premios de la Academia, y el 22 de febrero, cuando se entregan los galardones, las víctimas acuden en masa a los cines, imploran por copias en DVD a miembros votantes del Sindicato de Actores de la Pantalla y se lanzan a ver cuanta película nominada puedan en una sola sentada.

El actor y director Asher Grodman en Los Ángeles lo entiende. Es el hijo de 27 años de cinéfilos y se cuenta entre los obsesionados con el Oscar, embutiendo todo lo que puede tan pronto como se anuncian los candidatos para ver y aprender, pero también para participar en las tradicionales quinielas.

«Ya he visto cerca de la mitad de las nominadas a mejor película», dijo. «Mis padres me llevaron a ver ‘Schindler’s List’ y ‘Traffic’ cuando tenía como 11 años, cuando era un poco demasiado joven. Eso probablemente no debió ocurrir, pero uno va al cine a ver esas películas y ve cómo éstas conmueven a sus padres y de algún modo esto tiene un efecto sobre uno».

La cadena de cines AMC está totalmente a bordo. Por noveno año, la segunda red de cines más grande del país ofrecerá el 21 de febrero, en la víspera del Oscar, proyecciones maratónicas de de 24 horas de las candidatas a mejor película en seis mercados: Los Ángeles; Kansas City, Kansas; Dallas; Chicago; Nueva York; y el Distrito de Columbia.

Y este año por primera vez, en una sociedad con el sitio Tilt, AMC les dará la oportunidad a aficionados en otras ciudades a que ayuden a despertar interés para hacer lo propio en sus áreas. Si 100 personas o más se apuntan para los maratones y adquieren boletos por adelantado, la cadena les llevará los maratones, dijo el vocero de la compañía Ryan Noonan.

¿Qué es esta mentalidad? ¿Es una histeria colectiva?

«Son fanáticos. Pienso que hay una emoción y entusiasmo genuinos cuando se anuncian las nominaciones», dijo Noonan desde la sede de AMC en Leawood, Kansas. «Esto les da la oportunidad no sólo de ir a ver todas las películas de una vez sino de estar rodeados de gente que está ahí por la misma razón».

Técnicamente estos eventos de 24 horas, que cuestan entre 55 y 65 dólares, son más bien de unas 20 horas debido a la duración de las ocho candidatas a mejor película del año, con unos necesarios descansos.

«Tenemos muchos asistentes que regresan, gente que sabe que se tomará todo el día y se presentará en el cine a las 10 a.m. con sus cobijas y almohadas. Pasan 35 minutos entre películas hablando de lo que más les gustó y de lo que creen que pudo ser mejor», dijo Noonan.

No todo el mundo aguanta una sesión tan prolongada: «Uno ve gente dormida o saliendo de la sala por un par de horas», señaló Noonan.

Robin Gustafsson, quien administra el comedor de un restaurante en Nueva York, es la anfitriona de una fiesta por el Oscar. Organiza una quiniela para la gran celebración, que ha ofrecido todos los años desde hace más de una década, e incluye desde una alfombra roja que va de la entrada de su apartamento a la sala de estar hasta a su mamá tomando fotos como paparazzi.

La fiebre se manifiesta de este modo:
«Una vez que se anuncian las nominadas quiero ver tantas como sea posible. Aunque soy yo la que hace la fiesta de verdad quiero ganar la quiniela», dijo entre risas. «Lo veo todo. También soy una ávida lectora, así que me leo el libro si lo hay».

Está reservando «Still Alice» para el domingo del Super Bowl, a sabiendas de que su esposo estará frente al televisor y no está interesado en verla, y también porque está «bastante segura de que Julianne Moore va a ganar» el Premio de la Academia a la mejor actriz.

Para ver películas infantiles, lleva como acompañante al hijo de 10 años de una amiga.

Lisa Craig, de 47 años, quien trabaja en comunicaciones en la Universidad de Akron en Ohio, se lo toma con una meticulosidad matemática.

«La mañana del anuncio imprimo una lista completa y de inmediato tacho las películas que ya vi. Entonces busco en Internet si es siquiera posible ver las que no he visto. Una vez que sé cuántas películas nominadas puedo ver, calculo cuántas tendré que ver cada semana antes de la ceremonia», dijo.

Este año, necesita ver un promedio de por lo menos tres cintas por semana desde el 15 de enero.

«He mantenido el ritmo hasta ahora», dijo Craig. «Lo difícil es ir a ver una película por la que no tengo ningún interés. Pero con las nominaciones, ísiento que es una obligación!».

Sus retos de este año: «Foxcatcher» y «El Francotirador».

Parte de su fiebre se debe a la presión social, admitió. «Soy una fanática de la cultura pop y el entretenimiento, así que quiero estar al día para poder conversar con mi papá o con mi hermano o con un excolega o profesor universitario o un especialista en relaciones públicas al que sigo en Twitter. Quiero poder expresar mis opiniones de un modo inteligente».

AP