En «El lobo de Wall Street» el descontrolado corredor de bolsa Jordan Belfort está al principio furioso por un perfil suyo en la revista Forbes que lo ataca como «un Robin Hood perverso que le roba a los ricos para repartirse el botín con su alegre banda de corredores«.
Pero Belfort, interpretado por Leonardo DiCaprio, aprende rápidamente las reglas de la publicidad. Al día siguiente su oficina está llena de jóvenes sacudiendo curriculum vitaes, desesperados por ser parte de esa banda.
La reacción al retrato de Martin Scorsese de los excesos de Wall Street ha sido curiosamente similar. Críticos y cinéfilos la han juzgado como una glorificación de la codicia desenfrenada. Pero la mala reputación de la película como una orgía de drogas, sexo y dinero (sin mencionar el récord de 506 usos de una palabrota que en inglés comienza por F) también ha resultado muy atractiva para el público. En dos semanas la película ha recaudado 63.3 millones de dólares en taquilla y posiblemente termine siendo uno de los mayores éxitos de Scorsese en términos monetarios.
«El lobo de Wall Street» se ha convertido fácilmente en la película más discutida de la temporada de premios.
Martin Scorsese y Leonardo DiCaprio han estado a la defensiva en días recientes, evitando que su película sea vista como un retrato provocador de la decadencia frenética. Casi todos los críticos de cine y muchos cinéfilos han debatido la moralidad de la película: si disfruta el exceso hedonista de Belfort un poco demasiado o si lo que busca es condenar el encanto de la autoindulgencia.
«(Belfort) lo hace porque puede«, dijo Scorsese en una entrevista reciente con The Associated Press. «Si puedes hacer cualquier cosa porque puedes, ¿qué somos como personas?, ¿podemos caer fácilmente en eso? Creo que sí«.
La mayor crítica llegó cuando LA Weekly publicó una carta abierta escrita por Christina McDowell, la hija de un abogado con el que trabajó el Belfort de la vida real, en la que describía las penas de aquellos a quienes Belfort estafó.
«Su película es un intento imprudente por seguir pretendiendo que ese tipo de ardides son divertidos incluso cuando el país sufre por otra serie de escándalos de Wall Street«, escribió McDowell.
Para los críticos de «El lobo de Wall Street» las casi tres horas de película no juzgan lo suficiente las acciones de los personajes ni presenta a las víctimas del inescrupuloso Belfort. Joe Morgenstern del The Wall Street Journal calificó la cinta como un «espectáculo vacío«. Aunque el rechazo del Journal podría considerarse un honor para cualquier película sobre Wall Street.
Y como la película se basa en las memorias de Belfort, el ex financiero, que fue sentenciado a 22 meses de prisión por fraude, se ha beneficiado con la película, ya sea a nivel monetario o como publicidad para sus discursos motivacionales. Incluso tiene un pequeño cameo.
Como parte de su sentencia, Belfort tuvo que devolver a los inversionistas defraudados 110.4 millones de dólares, una cifra que probablemente no llegue a recaudar. Una parte de sus ingresos va a un fondo de compensación para las víctimas.
Belfort ha dicho que todo lo que percibe de la cinta se pasa al gobierno.
Sin embargo, la reacción podría apuntar erróneamente hacia la película en lugar de hacia Belfort, quien recibió una condena relativamente leve a cambio de declarar contra sus colegas. En una entrevista Leonardo DiCaprio calificó la cinta como «la biografía de un patán«.
«Entendí cómo pudo haberse sentido Jordan«, dijo DiCaprio. «La gente idolatrándolo a uno mientras uno les da sermones sobre cómo aprovecharse de otros hasta el fondo«.
Gran parte de la película se centra no sólo en el ascenso de Belfort de una agencia financiera cualquiera en Long Island a una figura enormemente rica y poderosa, sino en la emoción que inspira su audacia. En una de las escenas más célebres de la película, que suele aparecer en sus comerciales, el personaje de Jonah Hill renuncia a su trabajo tras saber cuánto dinero gana el personaje de DiCaprio.
La ominosa imagen final de la película (¡atención! se revela el final) es de una audiencia absorta escuchando los discursos motivacionales de Belfort. Por sobre todas las cosas, la película cuestiona su atracción innata por la codicia y deja al público la tarea de cuestionar su propia culpa en un sistema que premia el comportamiento de Belfort. Richard Brody, de la revista The New Yorker, escribió: «Aquellos que condenan sus excesos están defendiendo su propia inocencia, quejándose demasiado de su inmunidad a sus tentaciones«.
«No quise detenerme y decir ‘eso es malo’«, dijo Scorsese. «No nos corresponde decirlo; nos corresponde presentarlo. Y obviamente es un mal comportamiento. Obviamente los valores están retorcidos y de cabeza«.
Raras veces un cineasta de 71 años _ cuya cinta «Goodfellas» (»Buenos muchachos») tiene mucho en común con esta última _ presenta una cinta que provoque tanto como «El lobo de Wall Street». Como dice Scorsese: «Si enciende la ira de algunas personas puede ser bueno, porque te hace pensar en esto«.
AP