Más allá del césped y las gradas de los estadios, como los que estos días acogen el Mundial de Brasil, la épica del fútbol ha seducido a cineastas como John Huston, Ken Loach, Michael Winterbottom o Wim Wenders que han introducido el deporte rey en su filmografía.
Cada uno a su manera, han contribuido así a resquebrajar el ya casi caduco tópico de que fútbol y cultura son como agua y aceite.
Eso sí, aunque hay jugadores cuyas caídas son dignas de Oscar y la mismísima Marilyn Monroe disparó en su momento el saque más glamuroso de la historia -Ebbets Field, Nueva York, 1957- no puede decirse que haya sido Hollywood el terreno más abonado para el juego del balón.
La excepción, la más mítica de todas, «Victory» (1981) de John Huston, porque combinaba el argumento futbolístico con la trama histórica, y porque a actores como Sylvester Stallone, Michael Caine o Max von Sydow se unieron fichajes como los de Pelé, Bobby Moore o Osvaldo Ardiles, estrellas del balón de la época.
Inspirada en un hecho real ocurrido en la Kiev ocupada por los nazis, la cinta de Huston eleva la épica deportiva al cubo al situar el partido en un campo de concentración: prisioneros de guerra contra soldados del régimen y la amenaza de muerte frente a la reivindicación de la dignidad.
Más estrictamente en lo futbolístico se mueve «The damned united» (2009), en la que Tom Hooper -director de «Les Misérables» o «The Kings Speech»- exprime todo el jugo que rodea al deporte -rivalidades, lealtades, egos, soledad- y le inyecta una buena dosis de humor negro.
La película cuenta los días de Brian Clough (Michael Sheen) como entrenador del Leeds United, cuando le toca tomar el relevo de Don Revie (Colm Meaney), que ha dejado el equipo en lo más alto gracias a una técnica agresiva incompatible con los planteamientos de Clough.
Otras veces, y con mayor frecuencia, el fútbol ha sido una excusa para abordar derivas sociales, cómicas o existenciales y, a menudo, para contar historias de perdedores o personajes marginados.
Es el caso de la alemana «Die Angst des Tormanns beim Elfmeter» («El miedo del portero ante el penalti») (1972), opera prima de Wim Wenders con guión de Peter Handke que constituye toda una agria reflexión sobre la identidad humana.
El portero Josef Bloch (Arthur Brauss) pierde la concentración en un partido y falla al detener un penalti, por lo que es expulsado del campo. Confundido y angustiado, comienza a vagar por la ciudad, donde se produce un fatal encuentro con una taquillera de cine.
Pero quizá uno de los países más prolíficos en el tema haya sido el Reino Unido.
Ken Loach se muestra más ligero y optimista de lo habitual en «Looking for Eric» (2009), una historia acerca del poder terapéutico y casi religioso del fútbol centrada en la figura de Eric Bishop, un cartero que atraviesa una mala racha y que para salir adelante se inspira en el futbolista Eric Cantona, coproductor de la película.
La directora británica de origen indio Gurinder Chadha eligió a otro ídolo, David Beckham, para la sorpresivamente taquillera «Quiero ser como Beckham«, la historia de Jess (Parminder Nagra), una chica hindú que debe enfrentarse a la férrea tradición de su familia para poder cumplir su sueño, ser futbolista profesional.
Michael Winterbottom rodó a mediados de los 90 «Go now» (1995), en torno a un jugador escocés (Robert Carlyle) al que el futuro se le tuerce el día en que le diagnostican esclerosis múltiple.
Y David Evans se inspiró en una novela de Nick Hornby («Fiebre en las gradas») para dirigir «Fever Pitch» (1997), una comedia romántica acerca de un profesor de inglés (Colin Firth) obsesionado con el fútbol que se enamora de una mujer que aborrece ese juego.
También el cine latinoamericano ha dejado algunos títulos futbolísticos como «El camino de San Diego» (2006), en la que el argentino Carlos Sorín («Historias mínimas») cuenta el viaje de un fanático de Maradona que, el día en que el astro enferma, decide cruzar el país para entregarle una talla de madera.
El filme se llevó el Gran Premio del Jurado en San Sebastián.
Sergio Cabrera, autor de «La estrategia del caracol«, utilizó el poder integrador del balompié en la comedia «Golpe de estadio» (1988): la guerrilla y la policía colombiana, enfrentadas en un remoto poblado, deciden darse una tregua para ver las eliminatorias del mundial del 94 en el único televisor que funciona en la zona.
En cuanto al cine español, lo más habitual es la comedia, como «Días de fútbol» (2003), de David Serrano. Divertidos diálogos y grandes interpretaciones de Ernesto Alterio, Alberto San Juan o Fernando Tejero, son lo mejor de este filme coral sobre una panda de amigos en crisis que deciden volver a montar el equipo de fútbol que tenían de jóvenes.
EFE