La culpa de todo la tiene Bob Dylan. El viaje que el legendario músico estadounidense hizo entre Minesota y Nueva York para conocer a su ídolo, Woody Guthrie, fue la espita que empujó al mexicano Alonso Ruizpalacios a escribir «Güeros«, su ópera prima.
La película se ha proyectado, con muy buena acogida, en la sección Horizontes Latinos del Festival de San Sebastián, por donde Alonso Ruizpalacios se pasea con una camiseta de su ídolo, Dylan, para seguir conjurando la buena suerte que le sonrió en la Berlinale, donde obtuvo un premio especial.
El trasunto de Dylan en «Güeros» se llama Epigmenio Cruz y es una fantasía del director, según contó a Efe. «Responde al deseo de que existiera alguien como él en el rock nacional«.
Cuando el adolescente Tomás y su hermano mayor se enteran de que Cruz está agonizando en un hospital de Ciudad de México, deciden salir en su viejo coche para conocerle y expresarle su admiración.
Más allá de la anécdota que la pone en marcha, «Güeros», rodada en blanco y negro y en formato 4:3, es un retrato generacional de la juventud mexicana, con la huelga universitaria de 1999 como telón de fondo.
«Muchas de las historias que cuento se basan en mis vivencias con mis compañeros de piso cuando terminé la carrera. Mis amigos, desempleados tenían el síndrome del jubilado prematuro. Al no tener nada que hacer la cabeza empieza a hacer cosas raras«, explicó.
Ruizpalacios se incluye él mismo en esa «generación NiNi» (jóvenes que no tienen trabajo ni estudian). «Por los comentarios que me está haciendo la gente en España, entiendo que aquí también tenga impacto la película, con la crisis que se está viviendo y la tremenda tasa de desempleo».
La huelga del 99 en defensa de la universidad pública el director la recuerda, y así la retrata, como un movimiento que al principio fue «muy organizado y plural«, pero que con el tiempo -duró 10 meses- se convirtió «en un monstruo de mil cabezas, excluyente y reaccionario«.
Sobre el uso del blanco y negro, Alonso Ruizpalacios aseguró que le brinda la «atemporalidad» que buscaba.
«Está ambientada en la huelga del 99 pero no es específicamente sobre eso. Nunca sabes en qué época estás. También ayuda la música de Agustín Lara que desubica al espectador y le entrega a ese tiempo ficticio«.
La música y el sonido en general tienen una gran importancia en «Güeros». En complicidad con la imagen se presenta en breves interludios hipnóticos con una fuerte carga poética.
«Para mi el sonido es el 50 % de una película, a veces más. Me maravilla experimentar con él. Lo que intenté fue hacer una película que a mi me gustaría ver, aunque a veces suponga renunciar al rigor narrativo. A través de la imagen y el sonido busco momentos puramente cinematográficos«, explicó.
Antes de llegar a San Sebastián, Güeros sedujo al público de la Berlinale y al de Nueva York en el Festival de Tribeca. El mes que viene debutará en el circuito mexicano de festivales en Morelia, y la previsión es que llegue a las salas de su país entre enero y marzo.
La otra cinta en competición del día en la sección Horizontes Latinos es la argentina «La Salada«, de Juan Martín Hsu, ganadora el año pasado del premio Cine en Construcción en este mismo certamen.
La película es un mosaico sobre la experiencia de la inmigración en Argentina a través de tres historias que transcurren en el entorno del mercado La Salada de Buenos Aires: un padre y su hija coreana que se preparan para una boda, un joven boliviano que acaba de llegar al país en busca de trabajo y un vendedor de DVDs taiwanés en busca de novia.
EFE