Qué se sentiría ver a los ojos a los asesinos impunes de un hermano es algo difícil de imaginar. «The Look of Silence» ofrece el atisbo de una respuesta.
El evocador documental de Joshua Oppenheimer sigue a Adi, cuyo hermano murió en las matanzas masivas en Indonesia en la década de 1960, mientras sigue la pista de los perpetradores no en busca de venganza, sino de entendimiento.
Su misión es tanto heroica como valiente. Los responsables de la muerte de cientos de miles de personas siguen siendo poderosos e intocables. Sus víctimas _ sindicalistas, presuntos comunistas, y chinos _continúan siendo demonizados y sus familiares intimidados.
«Por supuesto que tuve miedo», dijo Adi, un oftalmólogo cuarentón de voz suave que recorrió miles de kilómetros desde su casa en Java para el estreno de la película en el Festival de Cine de Venecia el jueves.
«Pero el temor fue parte de mi vida cotidiana y de la vida cotidiana de mi familia por tanto tiempo, que ya no era una novedad», expresó en indonesio mientras Oppenheimer traducía.
«The Look of Silence» acompaña la cinta de Oppenheimer nominada a un Oscar «The Act of Killing», que rastreó a exmiembros de un escuadrón de la muerte y los encontró desvergonzados, impenitentes y dispuestos a describir _ e incluso recrear _ sus brutales asesinatos.
El comportamiento descarado y disparatado de los asesinos hizo de ese filme una sensación, tanto internacionalmente como en Indonesia, donde los asesinados _ sancionados por el dictador militar y aliado de la Guerra Fría estadounidense Suharto _ se mantuvieron como un tema tabú.
La nueva cinta, una de las 20 que compiten por el León de Oro en Venecia, es más discreta pero igual de estremecedora. Adi, que como muchos indonesios usa sólo un nombre, es un protagonista convincente, tranquilamente determinado a romper el silencio.
Oppenheimer se detiene en su incrédulo rostro mientras los asesinos ya ancianos _ algunos pacientes a los que Adi prescribe anteojos _ describen cómo degollaron a sus víctimas, despedazaron sus cuerpos e incluso bebieron su sangre, algo que hacían a modo de precaución para no volverse locos.
Adi nació dos años después de que su hermano Ramli fue asesinado _ su madre había orado por un nuevo hijo para llenar ese vacío _ y creció en una familia destruida por la pérdida y el miedo.
«Mi madre habló poco conmigo sobre esto, porque yo era el reemplazo», dijo a The Associated Press en un lujoso hotel en Venecia que desentonaba con los horrores que estaba describiendo. «Pero nadie más en el pueblo, en la comunidad o de las otras familias sobrevivientes tenía coraje alguno de hablar de lo que había ocurrido».
Cuando la familia visitó la tumba de su hermano, «tuvimos que hacerlo en secreto», relató. «Si nos hubieran visto … hubieran podido arrestarnos».
Oppenheimer, un documentalista estadounidense radicado en Dinamarca que comenzó a filmar historias de sobrevivientes hace más de una década, dijo que siempre supo que «The Act of Killing» necesitaría un contrapunto enfocado en las víctimas en lugar de los perpetradores.
Grabar las entrevistas en las que Adi confrontaba a los asesinos «fue mucho más aterrador que filmar ‘The Act of Killing’», dijo.
El director tomó precauciones rigurosas: llevaba un auto adicional a las entrevistas para evitar que los siguieran y sólo miembros daneses del equipo de rodaje. Gran parte de los trabajadores indonesios figuran en los créditos como «Anónimo».
Los perpetradores reaccionaron a las preguntas de Adi con evasión y a veces ira, pero _ para sorpresa de Oppenheimer _ nunca se comportaron de manera violenta. Cree que están en shock «por el hecho de que Adi está diciendo lo indecible».
«The Act of Killing» abrió un debate sobre los asesinatos en Indonesia, llevando a una admisión de arrepentimiento por parte del gobierno. Pero la verdad y la reconciliación no están a la vista. La nueva película incluye una escena de una lección en una escuela primaria en la que las víctimas son demonizadas y los asesinos elogiados. El hijo de Adi es uno de los estudiantes.
Adi dijo que conocer a los asesinos de su hermano le había proporcionado alivio, aunque ninguno haya expresado arrepentimiento «y quizás nunca lo hagan». Pero «cuando menos ahora se dan cuenta de que todos nosotros sabemos lo que ocurrió», añadió.
Y nunca sintió una sed de venganza.
«Honestamente, quiero que podamos llegar a la reconciliación y el perdón», dijo. «Porque si este tipo de acontecimientos siempre se resuelven con venganza, el mundo nunca será seguro para nadie».
AP