Premiada en los Globos de Oro y nominada a un Oscar, «Leviathan» se ha convertido en un fenómeno cultural en Rusia incluso antes de ser estrenada, por denunciar la corrupción en la Rusia de Vladimir Putin, lo que le ha valido el calificativo de «antipatriótica».
«Todo el poder emana de Dios«, le dice el pope ortodoxo al corrupto alcalde de la ciudad rusa bañada por el mar de Barents (norte) en la que transcurre la película.
Por frases como ésta, más propias del absolutismo que de una democracia, «Leviathan» ha indignado a las fuerzas patrióticas del Estado ruso -funcionarios, iglesia y diputados-, que acusan al director, Andréi Zviáguintsev, de mostrar una imagen distorsionada de Rusia para contentar a Occidente.
El ministro de Cultura, Vladímir Medinski, ha dejado claro desde un principio que no le gustó nada la película, que tachó de «extremadamente oportunista«, en especial por su crítica a la Iglesia, y así se lo hizo saber al director en persona.
«Antirrusa? Si es que no parece una historia rusa. Es un tema universal que podría transcurrir en cualquier rincón del mundo. Por mucho que los autores hagan que los protagonistas digan tacos y beban litros de vodka, esto no la convierte en una historia rusa«, señaló.
En Rusia no se recordaba una polémica parecida desde que en 2012 la plegaria punk de Pussy Riot sacara los colores a la Iglesia con su actuación en el mayor templo ortodoxo: «Madre de Dios, echa a Putin«.
«Las películas que no sólo están centradas en la crítica al poder, sino que lo escupen, y están llenas de falta de perspectivas y del sinsentido de nuestra existencia, no deberían ser financiados a costa de los contribuyentes«, advirtió Medinski.
Tras la aparición del filme, el Ministerio de Cultura elaboró con urgencia un proyecto de ley para prohibir la distribución de películas que «denigren la cultura rusa, amenacen la unidad nacional y minen los principios del orden constitucional«.
Algunos directores y críticos de cine han comparado el proyecto con la persecución de la propaganda antisoviética, es decir, un nuevo método de censura por motivos ideológicos que algunos ya califican de nueva caza de brujas.
«La película es muy pesimista. No me sorprende que sea popular en Occidente. Vodka, libertinaje, un desastroso sistema estatal, una Iglesia igual de horrorosa«, afirmó Vsevolod Chaplin, jefe de relaciones exteriores de la Iglesia Ortodoxa Rusa (IOR).
El líder comunista ruso, Guennadi Ziugánov, no dudó en denunciar que la película tiene «carácter antinacional» por mostrar una realidad «que desmoraliza», mientras el politólogo oficialista Serguéi Márkov describió su argumento como «la justificación del genocidio del pueblo ruso«.
«Si yo fuera Zviáguintsev retiraría la película, iría a la Plaza Roja, me arrodillaría y pediría perdón al pueblo ruso«, dijo en alusión a la obra, que toma el nombre del Leviatán, el monstruo marino del Antiguo Testamento.
De poco sirve que la cinta haya recibido numerosos premios internacionales, ya que los patriotas y creyentes rusos consideran que Occidente intenta castigar así a Rusia por su injerencia en Ucrania.
Según Valentín Lébedev, jefe de la Unión de Ciudadanos Ortodoxos, el director muestra en la película al Estado ruso, al pueblo y a la Iglesia como ese Leviatán, ese monstruo que describe el Antiguo Testamento, y que, por tanto «no tienen derecho a existir».
«Es evidente que por ese motivo la película se ha granjeado el aprecio mundial«, aseguró Lébedev.
Por ello, demanda que se limite su distribución, ya que «el mal debe ser llamado por su nombre» y «el Estado ruso está obligado a atajar ese mal».
Además de un oportuno retrato de Putin en la oficina del alcalde, la cinta incluye escenas memorables por su comicidad como cuando los protagonistas practican tiro contra varios retratos de antiguos dirigentes soviéticos, como Lenin, Stalin y Gorbachov.
Aunque el director asegura que se basó en la historia del norteamericano Marvin Heemeyer, quien murió tras un caso parecido en 2004, considera que la historia «es muy rusa», debido al «sistema feudal» instaurado en el país donde todo está en las manos de Putin.
Mientras, incluso antes de su estreno el 5 de febrero, la película se ha convertido en un auténtico bombazo en internet, donde muchos usuarios de la copia pirata han prometido que comprarán una entrada para resarcir a los productores de las pérdidas causadas.
«Espero que el espectador acuda a verla, se deshaga de la basura que le dan, y decida si la película se parece a su país«, señaló Zviáguintsev.
Y es que en «Leviathan», la primera película en ser premiada con el Globo de Oro desde que «Guerra y Paz» (1969), el alcalde se sale con la suya, ya que el protagonista pierde su casa y, lo que es peor, es encarcelado tras ser acusado de matar a su esposa.
«Yo soy el jefe y tú no has tenido, no tienes y no tendrán ningún derecho«, le dice el alcalde al protagonista, cuya casa quiere expropiar por la fuerza para un lucrativo proyecto inmobiliario.
«Leviathan» pugnará por el Oscar junto a la argentina «Relatos salvajes«, la polaca «Ida«, la estonia «Tangerines» y la mauritana «Timbuktu«.
«Estoy seguro de que le darán el Oscar«, dijo Serguéi Popov, diputado del partido del Kremlin, quien dijo que «Leviathan» es una «caricatura» del pueblo ruso.
EFE