En el año en el que la primera generación del «boom» del cine latinoamericano se coronó con el Oscar de Alfonso Cuarón, una nueva hornada de cineastas latinos independientes toma el relevo en el Latin Beat de Nueva York, que desde hoy hasta el 20 de julio toma el Lincoln Center.
«Casa grande«, del brasileño Fellipe Barbosa, será la encargada de inaugurar el certamen, formado por 15 películas que dan una idea del cada vez más rico paisaje latinoamericano, algo descuidado por los distribuidores estadounidenses pasada la gran explosión del año 2000.
«Este festival empezó en 1997, antes del boom de Amores perros, de Alejandro González-Iñárritu; La ciénaga, de Lucrecia Martel, o Y tu mamá también, de Cuarón. Parecía que se inauguraba una época en la que los distribuidores iban a tomar más riesgos, pero luego llegó la crisis y los distribuidores se pusieron muy conservadores«, explicó a Efe la programadora del Latin Beat, Marcela Goglio.
Este festival se abre en verano como una ventana privilegiada a las nuevas tendencias de cinematografías que crean nuevos géneros, como el «narcothriller» en Colombia, o la crónica social burguesa por la que apuesta «Casa grande».
«Hay mucho debate sobre si existe la marca cine latinoamericano o no «, aseguró a Efe Fellipe Barbosa. «Pero yo creo que, sin dudar de su diversidad, tenemos algo todos en común: que retratamos nuestra realidad y es el cine con el que más podemos identificarnos«, prosiguió.
Marcela Goglio, pese a todo, considera que sí que es necesario romper los estereotipos. «Esa fue una de las primeras misiones que tenía el festival. Que somos más que Caribe, arroz con frijoles y salsa«, dijo.
La programadora eligió «Casa grande» como cinta inaugural por «lograr ese balance entre las dos corrientes, entre el cine independiente que se está haciendo con poco dinero con un lenguaje propio pero con valores de producción más altos y una narrativa clásica«, según Goglio.
Barbosa ha crecido, efectivamente, entre referentes como Louis Malle o Truffaut, pero también se remite a «Cama adentro«, de Jorge Gaggero, o «La Nana«, de Sebastián Silva.
Formado en la universidad de Columbia de Nueva York, basó este filme en la experiencia de su familia burguesa, que entró en bancarrota en 2001, para encerrar en esa «Casa grande» las «contradicciones internas de la casa y las contradicciones externas de la ciudad«.
Según la programadora, el festival aúna dos tendencias: «una de cineastas jóvenes, muy jóvenes, casi de vanguardia con propuestas muy arriesgadas«, como «La búsqueda«, del mexicano José Luis Valle, rodada con 1,500 dólares, u «O homem das multidoes«, una revisión del universo de Edgar Allan Poe realizada por Marcelo Gomes y Cao Guimares cuya narrativa casi ausente «raya en una instalación artística«.
En el otro lado de la moneda, Goglio considera que es importante también hacerse eco de las películas más comerciales.
Es el caso de Venezuela, con «Azul y no tan rosa«, una cinta de temática gay protagonizada por el famoso actor de telenovelas Miguel Ferrari. O, desde México, «Paraíso«, una comedia romántica de Mariana Chenillo.
Entre medias, directores de reputación en los circuitos festivaleros, como el argentino Rodrigo Moreno, que presenta «Reimon», y también se verán filmes sorprendentes como «Somos Mari Pepa«, del mexicano Samuel Kishi Leopo, y la chilena «El verano de los peces voladores«, de Marcela Said.
«El lugar del hijo«, del uruguayo Manuel Nieto; «Ciencias naturales«, del argentino Matías Lucchesi; las colombianas «Mateo«, de María Gamboa, y «Tierra en la lengua«, de Rubén Mendoza; la coproducción ecuatoriano-argentina «Feridado«, de Diego Araujo, y «Raíz«, del chileno Matías Roja Valencia, completan la programación de este festival.
EFE